terça-feira, 30 de março de 2010

El remoto origen de los autobuses públicos

En junio de 1829, un inglés llamado Shillibeer concibió la idea de proporcionar a los londinenses una forma de transporte público y construyó un coche grande, con capacidad para 18 pasajeros. Su itinerario se limitó a una ruta, repetida varias veces al día, entre West End y el Banco de Inglaterra, en la city. Este coche, al que se pintó de verde y amarillo, fue bautizado con el nombre de ómnibus, nombre Shillibeer tomó de un vehículo similar que había visto en París. El cochero vestía de colores alegres cuando conducía a los tres finos caballos que tiraban del ómnibus.

La idea de Shillibeer del transporte público tuvo rápido éxito, y pronto fue seguido por otros más, en tal forma que los vehículos de esa clase comenzaron a verse en todas partes de Londres. Después de cierto tiempo, muchos de los propietarios de vehículos se agruparon para formar un núcleo denominado Compañía general de ómnibus de Londres, la cual, en 1857, era propietaria de 600 unidades.

Mientras tanto, algunos inventores ambiciosos introdujeron ómnibus a vapor, el último de ellos capaz de desarrollar, la para entonces velocidad de 17 kilómetros por hora. Este fue un hecho tan alarmante que el parlamento decidió que cada uno de estos vehículos mecánicos debería viajar precedido por un hombre provisto de una bandera roja señalando el peligro. Posteriormente estos ómnibus mecánicos rápidamente fueron abandonados, dejando campo libre a los coches tirados por caballos. En 1896, esta restricción fue abolida volviendo a funcionar los ómnibus mecánicos, que finalmente sustituyeron a los de caballos.
------------------------------------------------------
Diario El Imparcial, ciudad de Guatemala, 1954.

Nenhum comentário:

Postar um comentário